El último año y medio ha sido un punto de inflexión para la mayor parte de nosotros. Casi la totalidad de la humanidad ha vivido un acontecimiento que trastoca, periódica e históricamente, al conjunto de generaciones y las marca de manera definitiva. Una pandemia como la que aún sufrimos ha desembocado en cambios en nuestros modos de vida, a los que nos hemos visto obligados a adaptarnos sin opción.  

No obstante, y aunque muchos podremos maldecir al coronavirus por lo mucho que nos ha afectado, nuestra situación como habitantes de un país desarrollado, y con sanidad pública, ha atenuado las posibles consecuencias que hubiéramos sufrido de habernos encontrado en otros lugares, como Uganda.

Siempre que os presentamos un artículo, nuestro foco central es ese maravilloso país, y esta vez no iba a ser menos. Porque aunque cansados de escuchar noticias sobre el coronavirus, el cambio de rumbo de la evolución de la pandemia allí hace que tengamos que dar cuenta de ello.

Lo significativo es que de forma general el continente africano está atravesando una de las peores fases de la pandemia. Los datos de las últimas semanas no son nada esperanzadores y prevén una fortísima impronta de la tercera ola.

El clamor de la Organización Mundial de la Salud es que África afronta un horizonte nada prometedor. Justo es en Uganda, junto con la República Democrática del Congo, donde la variable Delta está conociendo una alta incidencia.

Por diferentes motivos, es ahora cuando el Covid en Uganda está siendo tomado en consideración. María, nuestra voluntaria instalada permanentemente en Kikaya, nos cuenta de primera mano aspectos que nos ayudan a comprender por qué el coronavirus en Uganda dificultad aún más los modos de vida de la población.

Lo fundamental es que las cifras oficiales que ofrece el gobierno son tan solo las referentes a los ingresos producidos en los hospitales, los cuales exigen cantidades desmesuradas de dinero que impiden a gran parte de la población acceder a esos servicios. Con lo cual, las personas afectadas directamente por el virus extraoficialmente son mucho mayores.

La mayoría se tratan en casa con remedios caseros, y es la excepción los ejemplos de personas que no tengan alguien fallecido o afectado por el coronavirus. Esta tercera ola ha hecho tomar verdadera conciencia de la pandemia y las medidas instauradas por el gobierno, como el cierre de gran parte de la actividad comercial, han dificultado aún más si cabe las condiciones de sobrevivencia de la población.

Lo que aquí hemos podido resolver en muchos casos con el teletrabajo, allí los modos de vida tan tradicionales se ven mucho más afectados por el parón casi en seco de toda la actividad.

Si algo bueno podemos sacar en claro de la pandemia, es que en nuestro contexto más cercano, el teletrabajo ha venido para quedarse y nos da opciones más flexibles para organizar nuestro día a día. Pero, ¿y si nuestros trabajos dependieran totalmente de estar cara al público? ¿y si a ello le sumáramos que nos encontramos en un país sin sanidad pública? El COVID en Uganda ha vuelto con fuerza y la población está adoleciendo más que nunca esta pandemia.

Si queréis escuchar de primera mano cómo está la situación allí, aquí os dejamos el video donde María nos lo cuenta.

https://www.instagram.com/tv/CQlRun4FN4s/?utm_source=ig_web_copy_link

.- Arancha Pérez Mouzo

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