Salvar una vida, es una frase que todos hemos escuchado montones de veces. Especialmente, las ONGs la utilizamos con tanta frecuencia para impactar a la gente, para concienciar a la gente,  que quizá consigamos el efecto contrario, que de tanto usarla su verdadero significado se desvanezca.  

Por eso, hoy quiero reflexionar sobre la verdad que hay en esa frase, si en Babies Uganda salvamos vidas. Pues bien, os adelanto que la respuesta es SI, y os contaré un poquito más sobre nuestra Babies Home para que comprendáis por qué lo afirmo con tanta rotundidad.

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Hace unos años, antes de crear Babies Uganda España, la situación económica del orfanato era muy precaria, hasta el punto que casi tienen que cerrarlo, pero gracias al empeño de su directora Remmie, a su esfuerzo y al de las Aunties (trabajadoras ugandesas) que estaban allí, se consiguió mantener.

En esa situación de dificultad, un día la policía llevó al orfanato a 3 pequeños que habían sido abandonados.  Con todo el dolor de su corazón, ella tuvo que decirles que no, que no los podía acoger. Días más tarde, la policía comunicó a Remmie que uno de ellos había fallecido. No lo llegó a conocer prácticamente, pero nunca lo olvidará. Desde entonces, cada vez que llaman a la puerta con un niño abandonado, Remmie dice «Yeah, of course!!» y cuando desde España le preguntamos, «pero Remmie, ¿van a caber todos?, ¿podemos acoger a tantos niños?», su respuesta es la misma, «Yeah, of course!!»

El destino quiso que esos pobres niños llegaran en ese difícil momento. Pero ahora Remmie está feliz, desde que sabe que cuenta con nuestro apoyo, todos los niños que llaman a la puerta son acogidos y recibidos con la mejor de las sonrisas por parte de todos los miembros de la Casa. Gifty, Anton, Moses, Favor, los trillizos y Fabian, ellos han sido los últimos en llegar.

¿Quién es entonces el responsable de Salvar la vida de estos niños? pues desde el policía que los recoge de la calle y los lleva, pasando por Remmie, Aunties, Uncles (trabajadores ugandeses) y voluntarios en Uganda, y terminando por nuestros padrinos, voluntarios en España, colaboradores, empresas que nos apoyan, y todo aquel capaz de aportar su granito de arena en cualquier área, en cualquier forma. Todos somos necesarios para conseguir transformar su desgracia en una nueva oportunidad de vida.

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Desde aquí, desde España, queremos contagiarnos de la filosofía del «Yeah, of course!», pero somos occidentales, acostumbrados a hacer planificaciones, a cuadrar cuentas, a hacer previsiones, a preocuparnos por todo… y no podemos evitar sentir cierto vértigo y miedo al pensar en el futuro, al pensar en qué vamos a hacer cuando estos niños vayan creciendo y los problemas se vayan multiplicando…y sólo se nos ocurre una cosa, trabajar, trabajar y trabajar cada día más para conseguir más fondos, más padrinos, más eventos que nos permitan sacar adelante este maravilloso Proyecto en el que estamos todos comprometidos. Ya no hay vuelta atrás, ahora sólo toca seguir sumando.

Maribel.-

Después de llevar ya años viajando a Uganda, a nuestra “Babies Home”, me he preguntado muchas veces cuáles son nuestras prioridades en la vida para ser felices y si las buscamos de forma equivocada.

Antes de continuar, quiero hacer un breve resumen de la situación de los niños en Uganda:

Uganda es un país que todavía no ha visto el fin de problemas que han tenido graves consecuencias para los niños, como la guerra, el hambre, el VIH… Los derechos de los niños siguen siendo el objetivo de una lucha constante y su situación es muy grave. La población de 0 a 14 años es del 49% y la mortalidad en menores de cinco años del 90%. Más de un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza y los niños son las principales víctimas, ya que las familias, al no poder garantizar el bienestar de sus hijos, éstos acaban abandonados o viviendo en la calle. En lo referente a la educación, es un privilegio al que muy pocos pueden acceder. Muchos niños ni siquiera tienen identidad oficial ni nacionalidad, ya que se informa oficialmente a las autoridades públicas de 1 de cada 5 nacimientos; esto supone una dificultad añadida para los niños, ya que  al no existir ante la ley no pueden disfrutar de ningún derecho.

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Una vez hecho este paréntesis y viendo la situación de los niños sería lógico pensar que su nivel de felicidad es prácticamente nulo. La realidad, compartiendo con ellos el día a día, es totalmente distinta. Es cierto que necesitan mucha ayuda porque si no, su futuro sería bastante incierto, pero en lo que se refiere a felicidad…, ya nos gustaría a muchos, viviendo donde vivimos, teniendo todas la cosas que tenemos, con una alta calidad de vida…. disfrutar de la alegría que desprenden nuestros niños y no sólo ellos, también los adultos en general.

Voy a contar una anécdota que me ocurrió el año pasado antes de viajar a África: fui a la farmacia a por medicinas para llevar como hacemos siempre; me dijeron que tenían cajas de antidepresivos, por si me los quería llevar. Casi me da la risa. En seis años, lo que menos he visto, mejor dicho, lo que no he visto nunca, es a nadie deprimido.

En este ambiente de optimismo y armonía con el que convivimos todos los que tenemos la suerte de compartir parte de nuestro tiempo con los niños, lo que pienso, es que son ellos los que nos ayudan a todos los que decidimos ir a uno de estos países que llaman del “Tercer Mundo”; creo que es una idea que comparto con todos los voluntarios y todas las personas que nos ayudáis para intentar ofrecer a los peques un futuro con posibilidades. No hace falta ser nadie importante para cambiar el mundo de unos pocos; con muy poco se puede cambiar mucho, y no me refiero solo a lo económico, tengo la suerte de ser testigo de cómo un gesto o un pequeño detalle puede dejar huella.

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El dinero es importante para poder conseguir todo lo que estamos haciendo con los niños que llegan a la “Babies Home”, por supuesto, lo que tengo claro es que el concepto dinero-felicidad no van unidos, quizá porque lo gastamos en cosas equivocadas o en nosotros mismos; lo que realmente hace felices a estos niños es, una vez cubiertas sus necesidades básicas,  tener una actitud positiva ante la vida y sentirse queridos. El bienestar económico por sí solo no nos va a dar ninguna felicidad. Es necesario contar con el otro para ello, ponerse en contacto con él, conocer sus problemas y ponerse manos a la obra para ayudar en la medida de lo posible. Quiero pensar que todos los que ayudamos en este proyecto, sea de la forma que sea, es por un deseo de hacer algo por alguien y que seguro que da más plenitud y sentido a nuestra vida, aunque la realidad es que nuestros niños son los que hacen mucho por nosotros con su agradecimiento, sus sonrisas, su optimismo, su cariño, su sensibilidad, sus ganas de aprender y su actitud ante la vida.

Los que trabajamos día a día en este proyecto, en el que las palabras se transforman en acciones, nos permiten compartir con vosotros nuestras historias y sobre todo poder aprender cada día un poco más de nuestros niños.

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Montse .-

 

 

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