Si tuviera que contaros toda mi experiencia desde que la Perla de África se convirtiera en mi casa, probablemente acabaríais leyendo un libro. Porque aquí, no hay dos días iguales y en cada día hay algo de aventura. Como no hay lugar perfecto en el mundo, además de momentos preciosos también ha habido momentos no tan buenos. En estos dos meses que llevo aquí, más de una vez mis ojos han visto situaciones que me han roto el corazón. Sin embargo, me han hecho más fuerte psicológicamente y me han recordado lo diminutos que son los problemas del “mundo civilizado”.

Pero si me cruzase con alguien en la calle y sólo tuviera unos minutos para contarle mi experiencia en Uganda, le contaría que…

Aquí he aprendido que no hace falta ser hermanos de sangre para quererse. Y yo sólo espero que si algún día tengo hijos biológicos, se cuiden entre ellos y se quieran al menos la mitad de lo que ellos lo hacen.

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En mis 22 años, jamás he visto a niños tan cariñosos como estos babies.  He de decir que antes de venir aquí,  me había repetido una y otra vez que iba a un orfanato con obviamente, niños huérfanos. Sinceramente, no entendí lo que verdaderamente eso significaba. Hasta que en mi primera noche, les puse el pijamita después del baño, los ves   tan monos, les das la leche antes de dormir… Y  de repente, te das cuenta de que estos niños no tienen ni madre, ni padre, ni abuela, ni tía para que le den leche antes de dormir y las buenas noches, como mis padres siempre lo hicieron conmigo. Fue entonces que entendí el verdadero significado de huérfano.

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Me sentí muy afortunada por estar aquí cuando nació Kikaya, con la llegada de la primera niña, Mirembe. Su nombre original era Michelle, pero decidimos cambiarlo a “Mirembe Michelle”, que significa “con mucha paz” en luganda. Todos aquellos que la conoceréis en un futuro, entenderéis por qué. Antes de llegar a nosotros, ella había pasado dos noches en la cárcel con su madre y puedo decir que nunca he visto a un niña tan calmada. Y cómo Tony lo dijo, cuando la puerta se abrió y el entraba con Mirembe en su coche, en ese preciso momento, nacía el hogar de KIKAYA.

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Por último, a esa persona le contaría un acontecimiento de esta semana que me ha hecho muy pero que muy feliz. Una de nuestras Aunties, Joan, ha dado a luz a Jemima Elvi. Ella trabajó, y bastante duro, en la Babies Home hasta la noche antes de ir al hospital. Ella es madre soltera, pues el padre del bebé se marchó cuando se enteró de que estaba embarazada. Además toda su familia vive muy lejos de Entebbe. Le ayudé en todo lo que pude para que no se sintiera desarropada. Cuando fui a verla al hospital, le pregunté:  “Auntie Joan, ¿cómo se va a llamar el bebé ?” Ella me contesto, “Jemima Elvi, porque tú la quisiste incluso antes de nacer”.

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La sonrisa de estos babies te indica que volvieron a nacer cuando llegaron a esta CASA y eso es lo que cuenta.  Algunos me decían que medio año en África iba a ser duro, pero la verdad es que me he adaptado tan rápido que me siento como en casa. Si volviera atrás, no cabe duda de que hubiese elegido una y otra vez terminar mi vuelta al mundo en Uganda. Como buena andaluza, digo que aquí estoy en mi salsa e intento sentirme como una Ugandesa, no como una Muzungu (así llaman aquí a los de color blanco). Y después de 6 meses aquí, probablemente acabaré llevándome a todos estos babies en mi maleta…

 

Elvira Marqués Delgado