Mi viaje a Uganda no fue por casualidad, ni tampoco sin pensar, sino todo lo contrario. Desde que una de las personas más especiales en mi vida me acercaba cada día más a este magnífico continente con sus testimonios, nunca pude dejar de imaginarme allí, claro que una cosa es imaginárselo y otra muy diferente es vivirlo, en cualquier caso hoy no tengo palabras de agradecimiento por haberme brindado semejante oportunidad.
Decidí entonces dejarme llevar y estar bien atenta a todo lo que sucedía y ahora resulta que no tengo palabras para trasmitir todas las cosas maravillosas que me están sucediendo desde que llegué. Lo hice subida en una nube y casi ya dos meses después de mi regreso sigo subida a ella, en definitiva, mi vida ha cambiado y soy mucho más feliz.
Momentos especiales hay por docenas, pero uno de ellos que me atrapó en especial se llaman Agnes y Luca, un matrimonio italiano que hace dos años fueron increíblemente valientes y generosos y decidieron marcharse a vivir a Uganda. En su destino se cruzó un increíble niño de diez años que se llama Bony y que tiene parálisis cerebral y aunque tiene papá y mamá, ellos decidieron hacerse cargo de él para ofrecerle una oportunidad y mejorar su calidad de vida. A Bony le operaron y su vida cambió pero lamentablemente no todo lo que en un país desarrollado hubiera cambiado y eso me hizo pensar e intentar hacer algo por él.
Cuando regresé a España con el subidón que supone pasar por una experiencia así, fui muy pesada e insistí en que me enviasen toda la información posible sobre la situación actual y pasada de Bony (informes de la operación, fotos, vídeos) para poder consultar su caso y ver qué es lo que desde aquí podíamos hacer y la verdad es que hoy no puedo ni creerme lo lejos que hemos llegado y las personas que de manera absolutamente desinteresada y con mi mismo entusiasmo se han ido sumando a lo largo del camino.
Una de esas personas, de las más importantes de mi vida, mi hija Alejandra está allí y ha tomado las riendas de la historia para materializar todo lo que esa maravillosa cadena humana nos ha aportado exactamente con la misma entrega e ilusión que la nuestra.
Dar las gracias a José Zahinos fisio deportivo que nos puso en contacto con Alba, una gran profesional en casos como el de Bony y que a su vez implicó a su profesora Soraya de la Universidad de Alcalá de Henares por trasmitirnos solo una pequeña parte, que para nosotras era un mundo, de sus conocimientos y que Alejandra está poniendo en práctica con Bony.
Dejo para el final a dos familias increíbles que me han tocado el corazón y de qué manera!! Mónica y su hijo Bruno que nos proporcionaron el andador gracias al que hoy Bony puede caminar solito y gracias a Bea, Ángel y su hijo Iker que nos han dado una gran lección de lucha y superación. Siento que me quedo muy corta en mis agradecimientos pero no sé cómo hacerlo mejor.
No quiero terminar esta historia sin pedir perdón a todos mis compis voluntarios que formaron parte de esta historia por la brasa que les estoy dando con tanta fotitos y videos, soy muy consciente de ello, pero creo que ellos son los que mejor pueden entenderme.
Paula.-
Creo que fue uno de los días más especiales de tu vida, allí estábamos todos, tus padres, tu hermano, tus abuelitos, tus tíos, tus primos, tus amigas, todos los que durante estos años te han cuidado y dado su cariño, todos los que ya antes de nacer te querían.
Preparar la 1ª comunión contigo ha sido muy fácil y enseñarte lo maravilloso que es compartir con los demás aún más. Decidir donar tus regalos a los más necesitados vino solo.
Una tarde junto a tus amigas, Lucía y Pilar fuimos a conocer a Montse, “quiero que conozcas lo que está haciendo” te dije, y quiero que estés muy atenta y me cuentes lo que más te ha llamado la atención.
Fue así como conociste otro modo de vida, otros niños, otras casas, ….y como conociste a los niños de “ las caritas felices “ como tú los llamas.
A la vuelta, cuando sentadas en la parte de atrás del coche emocionadas por lo que habías compartido esa tarde, os pregunté qué era lo que más os había llamado la atención, sin dudarlo me dijiste: mamá no he visto ni un solo juguete en todas las fotos que nos han enseñado, no tienen, y sin embargo todos los niños siempre sonreían.
Sus caritas son tan felices como la cara de felicidad que ponías tú con cada donativo que hemos recibido, y siempre me decías lo mismo: “mami mira otro donativo más para los niños de Uganda, mami ¿a cuántos niños vamos a poder ayudar? ¿cuánta comida crees que podrá comprar Montse? Y yo siempre igual, solo te miraba, sonreía y te besaba , porque a veces no tenemos palabras para las preguntas que vienen desde el fondo del corazón.
Ahora, de alguna manera Babies Uganda ha empezado a formar parte de ti y sé que un día, tus compañeras de juego, las que te han acompañado, en lo que sientes uno de los días más felices de tu vida, te acompañaran en lo que será el viaje y una de las experiencias más bonitas y gratificantes de tu vida, porque Kikaya House, necesita de corazones como los vuestros, y los niños de las caritas felices, vuestros nuevos amigos : Kamamma, Kato, Mara, Mirembe, Mandela y muchos más os están esperando impacientes para compartir canciones, risas , y divertirse con vosotras jugando todos juntos al pilla pilla.
Porque has entendido que con muy poco se puede hacer mucho.
Porque has entendido que la felicidad es dar y no recibir