Soy brasileña y muy pronto nos «acostumbramos» a convivir con las diferencias sociales y con la corrupción – que se desarrolla mucho más rápido que los proyectos de enseñanza – y, como en cualquier país del «Tercer Mundo», el derecho a la educación de calidad es asunto de la clase alta. No llegamos a la pobreza absoluta de África, pero si tenemos mucho en común con los africanos, bien sea por la forma “colonizada” y alegre de ser, o bien por el conformismo en resistir y sobrevivir a tanta injusticia y desigualdad.
Por estos motivos, creía que mi viaje a Africa seria algo parecido a la experiencia que vivo en mi país. Cuando era joven creía que era posible cambiar algo… Hacíamos recaudación de fondos, proyectos de cooperación e intentábamos, entre los voluntarios, ayudar a los niños que perdían a sus padres con sida. A veces no era posible tratar a todos con la medicación adecuada, y de hecho, fue allí cuando entendí que somos un grano de arena con una “pequeña y enorme” responsabilidad.
En ese primer viaje de solo 12 días a Uganda y Kenia, la idea era visitar la Montaña de los Gorilas de Bwindi y después entregar ropas y juguetes en una ONG en Uganda. No sabía muy bien como lo haría, pero sí en el fondo ansiaba conocer un orfanato que nos pudiese recibir. Envié un email a la página web de la Babies y Montse me contestó diciendo que también ella estaría por allí en las mismas fechas de nuestro viaje.
Cuando llegas a Entebbe y tienes la oportunidad de conocer a los niños, que son verdaderas lecciones de vida, nos damos cuenta de que no somos NADA y tampoco donamos algo… Son los niños los que nos enseñan algo con cada mirada y son sus sonrisas las que nos alimentan de esperanza. No sé si podré un día explicar como nos pueden regalar TANTO AMOR Y GENEROSIDAD… Allí no hay gente triste y no hay tampoco tiempo para hablar de las historias de vida de los bebes o en que situación llegaron, porque los abrazos valen mucho más que las historias de abandono o de tristeza.
Las aunties son trabajadoras, cariñosas, verdaderos ejemplos de mujeres que llevan una sonrisa muy diferente a lo que veo en los orfanatos en Brasil: en la Babies hay una mezcla de AMOR, EDUCACIÓN, GRATITUD y PACIENCIA que parece construir la base de la rutina de todos ellos. Tampoco puedo hacer uma descripción de Remmie, la mamá de todos los niños y de un corazón “so big and easy”… Los incontables “auntie, auntie” que escuchamos, los abrazos, las canciones , las oraciones antes de cenar o dormir… Y cuando piensas que van a dormir, nuevamente te miran y te vuelven a regalar sonrisas, abrazos e incontables “Auntie, look!” J.
Imposible decir lo que sientes cuando ves a Montse cocinando pasta con tomate para la “cena especial” y que al día siguiente se despertará muy pronto para visitar a otro orfanato por si necesitan ayuda también… Comprar colchones para la guesthouse, pensar como recaudar fondos, seguir con la idea de que además de comer los niños necesitan ir a un buen colegio (pues si, hay que pagar los estudios también) y tener una educación que les permita ser alguien una vez que su família es la BABIES y dentro de unos años tendrán que caminar por sus propios pies.
Montse, conocer tu trabajo y estar un par de dias con vosotros fue una experiencia inolvidable. Desde que volví a São Paulo intento escribir, expresar lo que siento y mal puedo hacerlo en portugués… (pues espero que me puedas comprender en castellano J)
En Brasil, TENIA CLARO QUE LA FELICIDAD CABE PERFECTAMENTE EN UNA BUENA CHARLA CON LOS AMIGOS O CON LA FAMILIA, QUE CABE EN UN ABRAZO, UN BESO, UNA SONRISA… PERO EN AFRICA Y ESPECIALMENTE EN LA BABIES TODAS ESAS EMOCIONES SE CONVIERTEN EN GANAS DE HACER PARTE DE UNA NUEVA FAMILIA, porque todas las personas que allÍ están son especiales y encantadoras.
No hay cultura, distancia, tiempo o idioma que pueda separar TODOS ESTOS SENTIMIENTOS QUE NOS LLENA DE VIDA y de AMOR. Hasta la vuelta y que sea muy, muy pronto.
Love you,
Fernanda